La gran riqueza natural de México es el resultado de al menos tres factores. El primero de ellos se refiere al complejo relieve montañoso que caracteriza al paisaje mexicano. Por México recorren dos grandes cordilleras montañosas, la Sierra Madre Oriental y la Occidental, así como otras cadenas menores, como la Sierra de Chiapas y el llamado Eje Neovolcánico Transversal. El segundo factor importante es la gran variedad de climas que existen en el territorio, que van desde los húmero tropicales hasta los fríos climas alpinos, pasando por los secos extremos de las zonas áridas. Todos estos y su interacción con el complejo paisaje del país, crean un significativo mosaico de ambientes que permite que en muchos de ellos exista un tipo de ecosistema particular con especies propias.
Finalmente, el tercer y último factor se debe a la mezcla en territorio de dos importantes zonas biogeográficas: La Neártica y la Neotropical. De la primera proceden las especias típicas de los climas fríos, como las espléndidas mariposas monarcas, el borrego cimarrón y el lobo mexicano, así como pinos, abetos y otras coníferas.